Dos goles postreros de Benzema y Casemiro evitaron la debacle del Real Madrid en Mönchengladbach y dejaron viva la leyenda de un equipo que siempre sobrevive en la Champions. Los blancos estaban casi muertos tras el doblete de Thuram, pero ya se sabe que en la Champions hasta el final sobrevive el Real.
Antes del partido hubo noticia. Zidane no hizo zidanada alguna. Palabrita del niño Jesús. (Casi) repetía el once del Camp Nou. El lateral derecho de guardia era Lucas Vázquez en sustitución del lesionado Nacho era el único cambio sobre la alineación del Camp Nou. Que sí, que se lo juro. Que no había rotaciones. Puede que porque el Real Madrid no se podía permitir perder en Mönchengladbach, pero el once de Zidane era coherente.
De salida apretó bien el equipo blanco con un Fede Valverde omnipresente en la mediapunta. El uruguayo ha vuelto a coger el hilo y eso lo nota un huevo el Real Madrid. Es una dosis de juventud y vigor en un equipo con cierta querencia a la pereza. Un par de buenas acciones defensivas de Lucas Vázquez mostraban que Zidane puede haber encontrado un lateral solvente.
Definitivamente, este Real Madrid ha llegado a puerto tras los naufragios ante el Cádiz y el Shakhtar. Toca rápido, busca la portería con verticalidad y, sobre todo, presiona como Pablo Iglesias a Pedro Sánchez: con insistencia y aviesas intenciones. El primer cuarto de hora dibujó un Madrid intenso que apenas si dejaba respirar a los centrales del Borussia. Vinicius estaba nervioso e insomne como un niño la noche de Reyes. Trataba de agitar el mundo en cada jugada y (ya saben) no siempre con final feliz.
Buena salida del Madrid
Benzema, inspirado y libre entre líneas, engrasaba con aceite mágico de uno o dos toques todas las jugadas de ataque del Real Madrid. En el Borussia la quería sacar jugada hasta el meta Sommer, que se marcó una chotis de regates en su área demostrando más calidad técnica que Mendy.
Siguió insistiendo el Real Madrid en su dominio de la pelota y del partido. Un disparo de Kroos desde fuera del área lo rechazó no sin algún apurillo el bueno de Sommer. En pleno vendaval blanco llegó una jugada eléctrica, cosida a un toque, del Borussia Mönchengladbach. Fallaron Varane primero y Ramos después, pero era imposible defender el vértigo. La jugada la abrochó Thuram (el hijo del gran Thuram) con un disparo seco ante el que poco pudo hacer Courtois, que metió las manos demasiado tarde.
El gol no arrugó al Madrid. Al contrario. Un mano a mano de Asensio que abortó Sommer fue la respuesta del equipo blanco un minuto después de encajar el gol. Los de Zidane se volvían a topar con su sempiterna falta de puntería. Y con la ocasión de Asensio y la sensación de que el Real Madrid había toreado bien pero fallado con el estoque nos fuimos al descanso en alerta amarilla.
El Madrid regala en las dos áreas
Del que volvimos con el Real Madrid convencido del empate… si no fuera por su falta de gol. Un par de llegadas de Asensio y Mendy acabaron en uy, incluido un palo. Luego Vinicius remató como sólo él sabe hacerlo un pase de la muerte de Valverde. No hay palabra en castellano lo suficientemente precisa para definir el espanto de remate que perpetró el brasileño. No me digan que a ustedes no les saca de los nervios.
Y los nervios que provoca Vinicius en el área ajena los genera también Mendy en la propia. El lateral francés, tan fuerte como descolocado, rompió dos veces seguidas el fuera de juego y eso lo aprovechó Thuram para marcar el 2-0 después de un mal rechace de Courtois, que dejó la pelota muerta en el área pequeña. Diluviaba para el Madrid. Precisamente Thibaut Courtois evitó el 3-0 un minuto después con un gran mano a mano.
Zidane movió ficha poco antes del 60. Metió de golpe a Modric y Hazard por Kroos y Vinicius. Al Real Madrid se le agotaba el tiempo y quién sabe si sus opciones de alargar su presencia en la Champions hasta después de Navidades. Si no, ya saben, muchos vídeos de las obras del Bernabéu y a correr.
Precisamente Hazard la tuvo en un mano a mano que desperdició en el 74. No se le puede pedir mucho a un jugador que disputa sus primeros minutos en meses. Su aspecto, además, era algo más apolíneo y menos redondo que otras veces. Parecía que iba a ser el canto del cisne de un Real Madrid condenado a la derrota, aunque al final llegó el milagro. Dos goles in extremis de Benzema y Casemiro consiguieron empatar un partido imposible y dejar vivo al equipo de Zidane en la Champions.